"Las fuerzas extrañas"
Federico Villarino

en El Mirador Espacio

Porque el tiempo más se apelmaza cuanto mayor es la intensidad de la experiencia.
El que lo descubre gana el juego, pierde la cabeza ydesarma lo unívoco.
La técnica fue siempre uno de los comienzos posibles dada la transparencia de un oficio.

Negarse a lo cíclico es saludable para hacer abrupto el fin del círculo. No repetir el núcleo, la semilla. Lo que todos quieren: no darse cuenta del principio de un acantilado.
Alguna entidad biológica inserta en la sociedad se disfraza de autómata mecánico. Ambos son filosóficamente indivisibles, la diferencia sólo reside en la sabiduría de saberse no eterno. Así rediseña marcos. Se arma a sí mismo.
La entidad no se resiste a la nueva misión autoaprendida. Ve un adelante y usa su suelo optimizado, maneja las herramientas que conoce, las del oficio. Y disloca su verdad. Los que miran aguardan la réplica del cambio.
"La tarea es siempre perfectible pero falible", exuda su estela. Da su paso hacia la unidad lejos ya de ambivalencias e integrando azar. Ruta lleva a ruta que lleva a ruta en dirección a ruta y desemboca en ruta. Hay que saber mirar.
El pincel consistente se descubre ciego sin razón. Con estribillo gestual que acobija avanza permanente. Atemporal autómata meditabundo.

Se licúa y se devela en solución.

En sumisión se brinda a la incertidumbre del fluido.

A la innegable omnipresencia de la voluntad imprevisible agua.

Adrián Unger, 2015